Exploramos los diferentes tipos de firma digital para ver cual se adapta mejor a las necesidades de tu empresa. Os contamos las diferencias y sus ventajas.

Actualmente todo el mundo habla de la necesidad de digitalización, pero para cierto tipo de documentos sensibles nos cuesta confiar. Por ello las firmas digitales tienen un papel muy importe, y deben garantizarla integridad y autenticidad de los documentos.
Sin embargo, no todas las firmas digitales son iguales.
Veamos los distintos tipos y sus diferencias.
La firma electrónica simple es cualquier tipo de firma electrónica que no cumple con los requisitos adicionales de las firmas avanzadas o cualificadas. Puede ser tan sencilla como una imagen de la firma manuscrita pegada en un documento digital.
El equivalente a hacer click en un check al aceptar una política de cookies o introducir un PIN en un cajero automático. Es la que menos seguridad arroja, ya que no identifica al firmante.
La firma electrónica avanzada está diseñada para ser única y vinculada al firmante. Utiliza tecnologías como criptografía y certificados digitales para garantizar la autenticidad.
Debe cumplir con los siguientes requisitos:
Es la que arroja el mejor equilibrio entre agilidad de uso y seguridad jurídica. El 95% de las firmas digitales de contratos y documentos legales son firmas digitales avanzadas.

La firma electrónica cualificada es la más segura y está regulada por la ley. Debe ser emitido por una autoridad certificadora como, por ejemplo, el certificado del DNIe o los emitidos por FNMT.
Es una firma que arroja una gran validez legal, pero que es difícil de implementar ya que requiere que el interesado, realice una serie de trámites burocráticos que obstaculizan la agilidad del proceso.
Elegir el tipo de firma digital adecuado depende de las necesidades específicas del usuario y del contexto en el que se utilizará. La firma electrónica simple puede ser adecuada para transacciones informales, mientras que las firmas avanzadas y cualificadas ofrecen mayores niveles de seguridad y validez legal para usos más críticos. Es importante considerar estos factores para garantizar que se utilice la solución más adecuada para cada situación.